martes, 20 de diciembre de 2016

Sueño despierto. Cámara de Reflexión.

"Que robe sonrisas, a pesar de toda adversidad, merece un trofeo". Pensó Julian mientras terminaba de apagar el incendio que rodeaba cada esquina de su cuarto. Había utilizado todo el agua del barrio para calmar su sed interior; en paz, se dirigió a la cocina y tomó una taza. Como siempre perdido entre los granos de café barato, batió sin parar su ocaso final. Aquella noche había comprendido que detrás de todo imagen que pudiese formularse de Ella, la verdadera carne recorría sus manos cuando en silencio la observaba respirar entre sueños, algo agitada. Batía con fuerza el café de la noche, no podía perder ningún segundo de su vida alejado de aquellos pensamientos algo tontos o algo únicos, propios de un Julian que comenzaba su metamorfosis en algo desconocido hasta entonces por él. La adrenalina de encontrarse con aquello transparente e indeleble, sucumbía su trayecto en un paso repleto de encrucijadas comunes de sus sueños. Aquellos momentos para Julian fueron desesperantes y su vez deseados, deseaba hundirse en el mismo para encontrar aquel cofre del que le habían mencionado. Recordaba el otoño como si hubiese sido el último de sus estaciones, podía recrear el aroma a césped y hojas secas caer sobre la vereda, veía con toda seguridad aquel espectro sombrío y familiar que le recordaba a un amigo o un padre. Aquel otoño frío la sombra le dijo a Julian las palabras que el repetiría continuamente como un mantra hasta llegar a su búsqueda. "Vos venís de otro planeta, vas buscando la felicidad vaya a saber durante cuanto tiempo venís en esto, pero la vas a encontrar, estoy seguro que tu razón de estar acá es encontrarla". Julian recuerda entre lágrimas mirarlo a los ojos y sin comprender perderse entre la gente pasar por la calle, tal vez en síntoma de negación. Aquel encuentro marcaría para Julián su futura transición, su búsqueda.
El café ya estaba listo para cuando Julian se detuvo y volvió de aquella reflexión, estaba listo para encender su decimocuarto cigarrillo y degustar su café teniendo la imagen fija de que ella llamaría, de que ella volvería. Y eso hizo, la espero, quizás dos o tres horas hasta que el sueño le gano la partida y se vio envuelto otra vez en sus sueños, pero estaba vez no estaba despierto.


(continuará)


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