domingo, 25 de diciembre de 2016

¿Cómo llevo mi discurso tan difícilmente construido a este plano? ¿Cómo no cagarme en todo lo que fantaseo cuando me quedo sin aliento? ¿Cómo hago para sostener lo insostenible? ¿Cómo continúo con este canto de libertad, si yo misma no me considero con la virtud suficiente para ser quien la lleve?
Toda la maraña de cosas que circulan en mi, la cantidad de oscuridades echas fantasmas que recorren mis pasillos, persiguiéndome, tratando a toda costa de que yo no pueda prender la luz y espantarlas.
Con la fuerza de vaya a saber donde, me detengo entre toda esta mugre, entre toda la corriente que me inunda esta sociedad podrida. Podrida porque es esta sociedad la que me pide a gritos, me impone que verbalice, como si yo quisiera verbalizar. No, es un no rotundo. Es un no definitivo. Esto no tiene que tratarse de varbalizar, esto no debe ser eso, esto no debe ser una cosa por otra cosa, esto no puede ser un idea y vuelta una imposición "porque así son las cosas, sino no tienen sentido". No, rotundamente no. Esto no debe ser así, no quiero que sea así y no va a ser así.
Tan puro y cristalino, sereno y calmo, dócil y fuerte, libre y sin barreras, eso es. No es el moustro que todos ustedes quieren que sea. No, nunca lo será, no podré dejar que sea así, porque yo ya no sería yo quien escribe, quien vive, quien respira, quien piensa, quien camina, quien siente, quien vive y quien ama.

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