domingo, 4 de diciembre de 2016

Laguna.

Escuche muchas historias de personas dolidas que a la hora de añorar recuerdos recurrían a objetos, prendes, fotografías de aquellos momentos en los que no deseaban borrar contenido de su mente. El contenido he decidido llamar a un lugar fantasioso de la mente humana, donde se depositan todos los recuerdos significativos de nuestra vida. Mucha gente ya lo ha relatado, como yo en este momento, algo cliché resulta hablar de estos temas, pero en mi caso particular ese lugar se ha vuelto misterioso para mi.
Es misterioso para cualquiera que desee emprender la búsqueda de recuerdos, pero la facilidad con que las fotografías vuelven vivos los momentos olvidados, da lugar a que personas como ustedes vuelvan y sientan reiteradas veces la nostalgia y la felicidad renegada a olvidar
Hoy me toco a mi, yo Anabel, decidí volver a ese lugar, tome mi mochila con una linterna y mis cigarrillos para contener la ansiedad, y fui. Extrañamente las fotografías no me llevan a nada, no recuerdo nada. Olvida tanto, me obligue a olvidar demasiado, ampute de mi todo que ni una foto, ni un objeto hacen que pueda volver. Mi hazaña como aventurara perdió sentido al toparme con la nada, al intentar darle color a rostros oscuros, a sombras y voces que desconozco.
Cuando me veo también me desconozco, esa no soy yo, quizás es Brenda quien sonríe por gusto o por obligación, quizás es Brenda quien en aquel momento creía que la felicidad debía ser eso, debía ser menos de lo que tenía. Me gustaría poder entablar conversación con Brenda, contarle que hay mucho más fuera de esa fotografía. Gritarle que no tenga miedo, que sonría con ganas , no porque otra no queda; porque ella no sabe mucho del mundo, menos de que puede ser suyo.
Al lograr volver, al no hacer canción ninguna fotografía, me di por vencida pero me fui con la cabeza en alto, como los héroes.

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